Un lugarcete desde el cual el hombre pueda codearse con lo más alto de la literatura universal. Esto sí que es empezar de abajo.

domingo, 13 de mayo de 2012

Escape de mis pruritos

Generalmente no me gustan los escritos que citan frases y poemas de personajes estimados por el autor. Me dan la sensación que quien los pone lo hace con el solo objeto de vanagloriarse frente a sus lectores para poder decirles: "yo lo leí, mirá qué culto que soy", o como suplencia de pensamientos; ¿para qué elaborar una idea si, con una frase de Gandhi, puedo expresar lo que siento? Entonces, lo que a continuación aparece no es más que una traición a mis ideas, pensará, querido lector. 
Pues bien, se equivoca. 
Lo que a continuación cito es un extracto de una novela de la que apenas leí 67 páginas de las 539 que tiene. Es argentina, actual y le va muy bien en ventas. ¡Berreta!, exclamará el cultonto de las frases vacías. ¡Contracultural!, pensará el intelectual. ¡Entretenido!, digo yo. Esto no es arte, es diversión. Y como soy un buen tipo, los invito a que se diviertan conmigo. Y compren la novela, así me llega la comisión correspondiente. 

"Manuel Mandeb y Bernardo Salzman entraron mientras un saxofonista improvisaba escalas de vértigo sobre un uroboros de acordes del piano. Les costaba avanzar entre los invitados. Casi todos se acomodaban en el piso y preferían desplazamientos reptiles. Por fin pudieron sentarse en un rincón, cerca de dos adolescentes que acostadas boca arriba miraban al techo y reían. Mandeb tomó la mano de una de ellas y le dijo:
"- Quisiera conversar un rato, pero no tengo absolutamente nada que decir...
"- No importa. Hablemos igual.- Ella se acercó arrastrándose.
"- Podríamos usar sólo la música del lenguaje sin preocuparnos del sentido.
"- Ya entiendo. Entoncaciones... Variaciones de intensidad...
"- Un burro... Dos burros... Tres burros...- insinuó Mandeb. Ella prefirió mantener una distancia.
"- Siete palabras bastan para dar color al guiso.
"Mandeb acercó su boca al oído de la chica.
"- El hijo del espartero se quiere meter a fraile.
"- Devoto, Villa del Parque, la Paternal.
"Ella lo abrazó. Su compañera quiso participar.
"- Chacarita...
"Ellos no la escucharon y siguieron en su mundo de susurros cada vez más audaces.
"- ¿La señorita ya ha nacido? Podríamos nacer juntos...
"- Ya llegan por el Egeo las velas de Ayolas...
"- Velas negras las de Ayolas.
"Se besaron justo al final del capricho del saxofonista. Las sombras aplaudieron y Mandeb comprendió que ella no le gustaba y que la vida era breve. Se apartó avergonzado. Ella también se enfrió. Sin embargo, se despidió con ternura. 
"- Enfermedades eran las de antes.
"- Merecidas- dijo Mandeb y se levantó de un salto."


En DOLINA, ALEJANDRO: Cartas Marcadas. Página 41. Ed. Planeta. Buenos Aires, 2012.